Hablaba del suicidio como el fuego
sobre el fósforo de una cerilla: inquieto, nervioso y vacilante.
El contacto entre ambos era
recurrente: en las noches, cuchillas y venas abiertas en canal, decenas de
visitas al hospital y alguna retrospectiva de su vida a cámara rápida y, sin
embargo, lo inevitable se postergaba una y otra vez, era incapaz de morir.
Quizás las dudas, quizás no era demasiado fuerte, quizás se aferraba a la vida
con la esperanza de que esta le diese un receso.
Hablaban de un premio superlativo,
el de mayor montante en la historia de los Estados Unidos. El afortunado lo
supo a través del informativo que emitían durante el almuerzo. Era él. Él era
el único premiado del país y por un momento evitó sentirse muerto en vida y
retomó una mala costumbre: ser optimista. “Todo va a cambiar”, se dijo. “Todo
va a ir a mejor”, se prometió. Tan solo tendría que esperar hasta la mañana
siguiente para cobrar. Miles, millones de dólares. Sus ojos centellearon como
la chispa recién prendida y esta vez el símil entre el fuego y él no tenía un
cariz negativo.
Sin embargo, la mañana
siguiente nunca llegó y no porque él no se esforzase con esmero. Día tras día
encendía el televisor a mediodía y escuchaba de los labios del presentador del telediario
los números que figuraban en su boleto. Era él. Era el mismo día, una y otra
vez. Era un bucle, viviría el mismo día hasta el infinito. Nunca podría
cobrarlo. “Nada va a cambiar”, se dijo, “es mi sino”.
Lo encontraron por la mañana, doce
horas después de esta última reflexión. El círculo se rompió sin previo aviso y
él nunca lo supo. Creyó regresar a su particular día de la marmota y su
paciencia se quebró. Maldita ironía. Un vecino del bloque adyacente alertó a
las autoridades. “Dejó la cortina sin correr”, comentó el anciano, “Le vi
ahorcarse después del desayuno, no tuve tiempo de reaccionar. No sabía qué
hacer”, le confesó al policía. Su cuerpo mustio colgaba del techo, su cuello
amoratado se encontraba rodeado por una soga.
Sobre el gres porcelánico de
su apartamento, el boleto de lotería premiado: “02, 02, 19, 93”.