-Por favor, descríbase usted mismo.
-Me llamo acuario y tengo treinta y un años. Estudié una
carrera, trabajo a media jornada y mi signo zodiacal es la tristeza.
- ¿La tristeza? ¿A qué se refiere exactamente?
-Ya sabe, la melancolía, la bruma en la mente, el café
caliente en los días fríos. Soy el arte y el talento. Soy el silencio. Y el
vacío. El vacío interior, la taquicardia, la psicosis…
-¿Y por qué la tristeza? ¿Los signos zodiacales no son mera
superchería? Además, me atrevería a decir que el suyo no es tristeza, sino
idealismo.
-¿Usted cree? ¿Cree que soy causas perdidas y castillos de
arena? ¿Que soy simplemente ideales caducos en tiempos de pragmatismo?
- Sin duda alguna. Sin embargo, su descripción sobre mí ha
sido certera.
-¿Sobre usted? No, no, disculpe. Usted me pidió que me
describiera a mí mismo y eso hice. Creo que ha habido una pequeña confusión. Es
mi signo zodiacal el que es tristeza.
- Claro. Perdone. Desde luego, he tenido un pequeño lapsus.
Digamos que se debe a que me dejo llevar por la locura en ocasiones. También soy lágrimas sin motivo,
la magnificación de las nimiedades y la indecisión.
-¡Oh! Entonces su signo zodiacal también es la tristeza.
-Parece ser que el signo zodiacal de todos nosotros hoy en
día es la tristeza.